domingo, 15 de noviembre de 2009

Reencuentro - segunda entrega

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Cogí el papel. Avenida Woodward, esquina de W.Grand y Cass. Bastaría con haber dicho que trabajaba para la General Motors.
- Señorita voy a necesitar que me pague una señal por adelantado. Normalmente cobro el diez por ciento del total.
- Debe saber que mi marido es quien controla las cuentas de la casa. A penas sí tengo dinero a mi nombre. Puedo ofrecerle tres dólares como entrada. Espero que sea suficiente.
- Veamos. Teniendo que abandonar la ciudad, el precio subirá ligeramente. Le cobraré quince dólares diarios. Claro que en este precio no están incluidas las noches de hotel.
- Estará fuera dos días.
- Eso suma un total de treinta dólares. Y a ojo yo diría que otros diez dólares para alojamiento serán suficientes. ¿Podrá pagar cuarenta dólares Samanta?
- ¿Cuarenta dólares? – parecía molesta – no creo poder pagar esa cifra señor Goodman. Le ofrezco treinta.
Tomé lo poco que me quedaba de café inclinando tanto la cabeza que tuve que sujetarme el sombrero. Me enseñaron de niño a no dejar nada en el vaso. Usé la servilleta con la dirección para limpiarme la boca. Chupé mi cigarrillo hasta que la ceniza y el filtro cruzaron caminos. Eso lo aprendí siendo adulto. Apagué el cigarrillo en el café y me levanté de la mesa.
- Por favor. Es todo lo que puedo conseguir – su voz sonaba ahora ligeramente seductora.
- Lamento decirle, señorita, que las armas de mujer no funcionan conmigo desde hace mucho tiempo.
Saqué cincuenta centavos de mi bolsillo y los tiré a la mesa.
- Quédese con el cambio. – dije mientras me daba la vuelta.
Llevaba ya unos pasos andados cuando se dio cuenta de que hablaba en serio.
- ¡Espere! Está bien. Serán cuarenta.
Me acerqué a ella rápidamente. No quería que el policía supiera en qué ando metido.
- Pero ya le he dicho que ahora mismo solo puedo darle tres dólares –dijo mientras me los tendía en su mano.
- Está bien. Con tres será suficiente. –Los cogí disimuladamente – Llámeme cuando su marido vuelva. Estaré encantado de encontrarme con usted para recibir el resto de mi regalo.
Levanté ligeramente el ala de mi sombrero con los billetes en señal de agradecimiento y abandoné el local sin mirar atrás.

Continuará...

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